jueves, 5 de abril de 2012

Recordando a Erland Josephson

El pasado 25 de febrero nos dejó en Estocolmo el gran actor sueco Erland Josephson, un rostro muy familiar para todos los apasionados del cine de Bergman.  Hacía tiempo que lo tenía postrado la enfermedad de Parkinson, cuyos efectos empezaban a ser visibles en su participación en los documentales que Marie Nyreröd rodó en 2004 para la televisión sueca sobre la figura de Ingmar Bergman (editados en España en DVD por CAMEO en su «Initial Series»).





Josephson, como el propio Bergman y la mayor parte de sus actores, procedía del mundo del teatro.  Aquel grupo que empieza a fraguarse en los años treinta en torno al joven director –son los años del teatro universitario y de los teatros de provincias– es la cantera de la que se alimentará en el futuro el cine del director sueco.  La relación profesional y la estrecha amistad de Josephson con Bergman empezó justo entonces, a finales de los treinta, y, en el ámbito cinematográfico, en 1946 con Llueve sobre nuestro amor.  Su primer gran papel es el del ridículo jefe de policía de El rostro (1958), junto a otros clásicos bergmanianos como Max von Sydow, Ingrid Thulin y Gunnar Björnstrand.  A partir de ahí, son inolvidables sus apariciones en La hora del lobo (1968), Pasión (1969), Gritos y susurros (1972), Sonata de otoño (1978) y, como el entrañable y misterioso tío Isak, en Fanny y Alexander (1982).  Con todo, su papel más conocido es quizá el del profesor Johan, esposo de Marianne (Liv Ullmann), en la pareja bergmaniana por antonomasia, la de la serie de televisión –llevada después al cine– Escenas de un matrimonio (1973), cuyo reencuentro final, años después, en Saraband (2003), cierra la filmografía del director sueco.



Erland Josephson con Liv Ullmann en Escenas de un matrimonio (1973)


Al igual que Bergman, Josephson desarrolló una brillante carrera teatral que fue de hecho el centro de su actividad profesional y que culminó con la dirección del Teatro Real de Estocolmo entre 1966 y 1975.  Más allá del ámbito sueco, Josephson inició en 1977 su colaboración con grandes directores del cine europeo: entre ellos Liliana Cavani (Más allá del bien y del mal, 1977), Dusan Makavejev (Montenegro, 1981), István Szabó (Hanussen 1988) y Peter Greenaway (Prospero’s Books, 1991).  Por encima de todas destacan, sin embargo, sus apariciones en Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986) de Andrei Tarkovsky.  Por último, Josephson se puso detrás de las cámaras en 1978 codirigiendo con Ingrid Thulin y Sven Nykvist De uno en uno y, en solitario, en 1980 con La revolución mermelada; y desarrolló además una importante actividad como guionista: entre otras, con el pseudónimo compartido con Bergman de «Buntel Eriksson», en ¡Esas mujeres! (1964).



Como Isak Jacobi, junto a Gun Wällgren, en Fanny y Alexander (1982)


Josephson fue uno de los grandes.  El cinismo, la amargura, la ternura, el engaño, la crueldad, la bondad, el horror, la esperanza...  Él supo llevar a la pantalla y a la escena todos los registros imaginables con un desgarro y una profesionalidad fuera de lo común.  Y a su talento innato, a sus largos años de aprendizaje y colaboración con grandes directores, se unía una vasta cultura filosófica y literaria con la que supo dotar siempre a sus papeles de una profundidad inusitada.  Fue, además, una gran persona y un gran amigo.  Os dejo con unas palabras de homenaje de Liv Ullmann –no las he encontrado en español– en las que expresa su gran calidad humana y cómo no existían secretos –sólo abierta desnudez– cuando ambos se encontraban delante de la cámara.




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