lunes, 29 de febrero de 2016

Recordando… “Before the Rain” o la suspensión del tiempo






NACIONALIDAD: Reino Unido, Francia, República de Macedonia.  IDIOMAS: macedonio, albanés, inglés. GÉNERO: drama. AÑO: 1994.  DURACIÓN: 112 minutos.

DIRECCIÓN Y GUIÓN: Milcho Manchevski.  PRODUCCIÓN: Aim Prod./Noé Prod./Vardar Films.  FOTOGRAFÍA: Manuel Terán.  MONTAJE: Nicolás Gaster.  DISEÑO DE PRODUCCIÓN: Sharon Lomofsky y David Munns.  MÚSICA ORIGINAL: Anastasia.  INTÉRPRETES: Rade Serbedzija, Katrin Cartlidge, Grégoire Colin, Labina Mitevska.

PALMARÉS DESTACADO: Independent Spirit Award 1996 (mejor película de habla no inglesa).  León de Oro del Festival de Venecia 1994 (mejor película). Nominación para el Óscar 1995 (mejor película de habla no inglesa). David de Donatello (1995, premio especial a una película no italiana)




Al hilo de la entrada de Isabel sobre “Bagdad Café” y en estos días de “glamour” desatado y de “escotes interminables” –he oído la estúpida expresión por lo menos cinco veces en el telediario–, a mí se me ha ido la cabeza a una película de los noventa que, después de arrasar en los festivales y entre la aclamación de la crítica y del público, como puede verse en un sobresaliente palmarés en el que no falta la nominación para el Óscar, se incorporó de inmediato a la lista maldita de las películas olvidadas.  Yo, de hecho, me reencontré con ella en un lejano Taller de Cine (fue mi primero) en el que se abordó este asunto de las películas malditas. 




Milcho Manchevski es un cineasta nacido en 1969 en Skopie, la capital de la actual República de Macedonia (entonces parte de Yugoslavia).  Aunque en los ochenta obtuvo algún premio en su país en el marco del cine experimental, la mayor parte de su carrera profesional la ha desarrollado en Nueva York, adonde marchó en 1981 para graduarse en cinematografía.  Además de su labor como docente y sus aportaciones a la fotografía, a la literatura y a otras manifestaciones artísticas, Manchevski es autor de un buen número de vídeos musicales y de cortometrajes que le han valido numerosos reconocimientos.  “Before the Rain” –estrenada en España como “Antes de la lluvia”–, fue su primer largometraje, al que siguieron “Dust” (“Cenizas y pólvora”, 2001) y las absolutamente desconocidas en España “Senki (Entre los muertos)” (2007) y “Majki” (“Mothers”, 2010).  En su currículum figura también la dirección de uno de los capítulos de la serie de televisión “The Wire”.




Incluyo todos estos datos sobre Manchevski para picar a curiosos y cazadores de rarezas ya que, por mucho que nos empeñemos, para el cineasta de a pie Manchevski siempre será –como el autor del peán más maravilloso compuesto jamás en honor de Apolo que, según nos cuenta Platón en el Fedro, sólo fue bendecido una vez en su vida por la Musa, o como el Cervantes de Miguel de Unamuno, mero pretexto para que don Quijote viniera al mundo– el autor de una sola obra inolvidable: “Before the Rain”, una película que, por otro lado, se editó en DVD en la Criterion Collection en 2008 y que en nuestro país sólo muy recientemente se ha podido adquirir con subtítulos en español.




Revisito “Before the Rain” y constato que, a pesar de estar anclada en un momento histórico preciso –la desmembración de Yugoslavia y la guerra en los Balcanes–, se ha convertido en un clásico que no ha perdido un ápice de su fuerza, sobre todo gracias a un guion soberbio que entreteje tres historias relacionadas argumentalmente entre sí: el joven novicio ortodoxo (Grégoire Colin) que protege a una fugitiva albanesa, el fotógrafo desencantado que regresa de Londres a su Macedonia natal (Rade Serbedzija) y el reencuentro final de éste con un viejo amor y con la muerte a orillas del lago Ohrid.  Las referencias cruzadas entre las tres historias –cronológicamente imposibles– y la repetición icónica y textual del motivo del “círculo que nunca se cierrra”, hacen de “Before the Rain” un bellísimo poema atemporal sobre el amor y la muerte en un país escindido por la violencia del nacionalismo y del odio religioso.





Súmense a todo esto unas grandes interpretaciones –la de la malograda Katrin Cartlidge (“Rompiendo las olas”, “Indefenso”, “Dos chicas de hoy”) o, sobre todo, la del poderoso Rade Serbedzija, que la industria de Hollywood ha reciclado como prototipo de mafioso ruso–, la fotografía en escenarios naturales –Londres y las orillas del lago Ohrid, en Macedonia, vinculado a la infancia del director– y la maravillosa música del grupo Anastasia, con raíces en el folklore macedonio.  El resultado es una película de gran factura que en su momento, surgida de la nada, impactó a todo el mundo, y que hoy, aun postergada y con su director fuera de los circuitos comerciales, sigue sobrecogiendo por su altura poética y por su belleza.  

jueves, 25 de febrero de 2016

Legend (Brian Helgeland, 2015)


 

Título original: Legend. Dirección: Brian Helgeland. País: Reino Unido. Año: 2015. Duración: 132 min. Género: Thriller, Drama.  

Guión: Brian Helgeland (basado en un libro de John Pearson). Diseño de Producción: Tom Conroy. Fotografía: Dick Pope. Montaje: Peter McNulty. Música: Carter Burwell. Vestuario: Carolina Harris. Producción: Tim Bevan, Eric Fellner, Chris Clark, Quentin Curtis, Brian Oliver.

Mejor Actor (Tom Hardy) en los British Independent Film Awards (BIFA) 2015. Nominada a Mejor Actor (Tom Hardy) en los Satellite Awards 2015.

Fecha del estreno: 8 Enero 2016 (España)

 

Reparto: Tom Hardy (Ronald & Reggie Kray), Emily Browning (Frances Shea), Colin Morgan, David Thewlis, Christopher Eccleston (Nipper Read), Paul Anderson (Albert Donoghue), Chazz Palminteri, Tara Fitzgerald, Nicholas Farrell, Adam Fogerty, Mel Raido, Sam Spruell, Millie Brady, Chris Mason, Alex Ferns, Taron Egerton..

 

Sinopsis:

La historia de dos hermanos gemelos gangsters, Reggie y Ronnie Kray (interpretados por Tom Hardy), dos de los criminales más famosos en la historia de Londres y el imperio del crimen organizado que crearon en los años 60.

 

Comentarios:

Buena parte de las grandes películas sobre la Mafia poseen estilo porque tienen trascendencia, y no al revés. Algo en lo que yerran demasiados directores, convencidos de que el éxtasis del fondo se alcanza desde la forma cuando es justo al contrario: incluso a la fascinación por el chandalismo de mercadillo de Tony Soprano se llega gracias a su complejidad. Con Legend, Brian Helgeland, reputado guionista de L. A. Confidencial y Mystic River, que en su empeño por dirigir va dando pasos cojitrancos, es el último en añadirse a una lista de realizadores que con historias reales o ficticias de apasionantes posibilidades (Lazos de sangre, Conexión Marsella, Black Mass...) no acaban de otorgar entidad a sus personajes más allá de un envoltorio en apariencia carismático.

Que en la esencia de los hermanos gemelos Kray, criminales reales en el Londres de los años 60, estuvieran sus ansias de glamour, casi de estrellas pop, no redime a Helgeland. Si acaso, lo condena del todo. Porque si la fachada ya estaba ahí, solo quedaba la trascendencia, y hasta el fuego artificial de la doble interpretación de Tom Hardy engulle demasiado, se come buena parte de la película: el reto era mayúsculo, pero su impostura vocal como el hermano demente se antoja excesiva, en un papel de composición al que le sobra un punto de parodia y la faltan matices.

Los mafiosos hermanos, que ya fueron objeto de otra película, Los Kray (Peter Medak, 1990), en la que destacaba el sello de Billie Whitelaw, musa de Samuel Beckett, para dar fuerza al materno complejo de Edipo, aquí casi invisible, desarrollaron sus vivencias en un Londres cegador. Una ceguera visual que también se puede experimentar con una película en la que lo más destacable es la imponente fotografía de Dick Pope, que en un año ha pasado de las brumas de Mr. Turner al brío del glam rock. (Javier Ocaña)

Recomendada (con reservas).




domingo, 21 de febrero de 2016

Recordando... Bagdad Café, de Percy Adlon


Título original: Out of Rosenheim. Dirección: Percy Adlon. País: Alemania. Año: 1987. Duración:  95 min. Género: Comedia. Guión: Eleonore Arlon y Percy Adlon. Producción: Eleonore Adlon, Percy Adlon y Dietrich von Watzdorf. Fotografía: Bernd Heinl. Montaje: Norbert Herzner. Música: Bob Telson. Dirección de Arte: Bernt Amadeus Capra.

Intérpretes: Marianne Sägebrecht (Jasmin), CCH Pounder (Brenda), Jack Palance (Rudi Cox), Christine Kaufmann (Debby), Monica Calhoun (Phyllis), Darron Flagg (Salomo), George Aguilar (Cahuenga).


Hoy traigo a nuestro blog Bagdad Café, una pequeña joya sencilla, que evita tomar un tono grave o grandilocuente para hablar de las relaciones personales, de las dificultades de la convivencia y de cómo la amistad y algo de magia pueden proporcionar la perspectiva justa para mirar hacia delante.

La película comienza con una secuencia de una acalorada discusión entre un matrimonio alemán de turismo por el oeste de los Estados Unidos. Oímos pocas palabras, pero el montaje frenético, los encuadres atrevidos y la excelente fotografía (todo ello nos hace recordar un cómic) nos atrapan. La mujer decide salir del coche, coger su maleta y su billete de avión y ponerse a andar por la carretera en medio de la nada.


Entonces comienza a sonar la canción Calling you, una gran baza de la película, y aparecen los créditos. Fue escrita expresamente por Bob Telson para Bagdad Café y fue nominada al Óscar a mejor canción. No obtuvo el galardón sino que lo consiguió otro buen tema, Let the river run, de Armas de mujer (aunque a mi juicio esta última canción es marcadamente ochentera, mientras que Calling you es más atemporal y mantiene su belleza hipnótica con toda su frescura).

La canción, con poca instrumentación de base, lo que hace que el peso recaiga en la voz, está interpretada por Jevetta Steele, una cantante de gospel afroamericana. Va a sonar varias veces a lo largo de la película, casi como un mantra, interpelando: “te estoy llamando, ¿no puedes oírme?”. 


Algo extraño aparece en el cielo, como dos soles, “mi visión” lo llama Jasmin. Una visión que aparecerá de nuevo, esta vez reproducida en un cuadro que cuelga de la pared, cuando le adjudiquen un cuarto en el motel al que llega. Se diría que el destino la ha llamado, que algo sobrenatural e inexplicable (sólo en principio parece no tener sentido) la ha llevado allí. Pero, si bien la película nos habla también de la magia y del efecto que ésta tiene sobre el que la realiza y sobre el que la recibe como un regalo, sobresale especialmente el mensaje de que en la voluntad de las personas reside la fuerza para cambiar su destino.


Una bávara, una mujer negra, algo histérica, que tiene dos hijos y un nieto y ha echado a su marido de casa, una tatuadora con sentido trágico de la vida que lee Muerte en Venecia, un pintor de decorados de Hollywood retirado, un camarero indio… Todos personajes pintorescos entrañables que conviven en el motel de carretera. Daría para un chiste o para una película de las que están de moda sobre tópicos, ¿verdad? Sin embargo, Bagdad Café salta sobre esto, trata las diferencias interculturales con más verismo y, por encima de todo, aboga por subrayar lo que une a las personas.


Otro valor de la película es su tratamiento cromático con sentido expresivo. Predominan los ocres, a los que se les saca mucho partido situando la acción en el desierto americano, con una luz cegadora en ocasiones y en otras, crepuscular. Si al principio hay más sepias, la paleta se va incrementando y la vida de los personajes se va llenando de color. Del mismo modo, abundan planos holandeses cuando las protagonistas discuten con su pareja y el horizonte se nivela cuando ganan en estabilidad. La forma, al servicio del contenido.



Si algún defecto podemos encontrarle a esta obra es su optimismo blindado, pues hay quien se ahoga ante demasiada armonía. A mí me apetece beber de vez en cuando de bálsamos así.