martes, 27 de septiembre de 2016

La Gran Historia del Cine: Le Film d´Art en Italia.

Capítulo 12. Le Film d´Art en Italia.



En Italia el film d’Art también fructificó con especial predilección hacia el género  histórico y bíblico, destacando superproducciones como “¿Quo Vadis?” (1912) y, sobre todo, “Cabiria” (1913), de Giovanni Pastrone, la obra más importante de la época a nivel mundial. Era una película monumental, con grandes escenarios y multitud de figurantes, ambientada en la Segunda Guerra Púnica, donde la pequeña Cabiria y su nodriza son raptadas durante la confusión causada por la erupción del Etna. Cabiria es vendida en Cartago para ser sacrificada en el templo de Moloch. Fulvio Axilla, un espía romano, y su esclavo Maciste la rescatan y queda al cuidado de la reina Sophonisba. Diez años después, después de la guerra y la caída de Cartago, Cabiria vuelve con Fulvio.

La película fue una superproducción costosísima, se tardaron 6 meses en filmarla, aglomeración de extras en extraordinarios movimientos bien coreografiados, con vestuario fastuoso inspirado en las pinturas de Rafael, multitud de animales como camellos, caballos y hasta elefantes, utilizando escenarios naturales de Sicilia, Túnez y los Alpes en el Piamonte, además de rodarse en platós de los Estudios FERT en Turín. Se crean monumentales decorados y escenas como la hacienda de Catania, con sus enormes columnas y barandillas, la destrucción por el volcán de la villa, toda ella derrumbándose, espectacular, el fuego, el humo, los techos colapsándose, por supuesto el Gran Templo de Moloch, con la entrada que es la boca dentada de una gran cabeza de monstruo de 3 ojos, el interior es un delirio visual con columnas talladas de elefantes que claramente inspiró a “Intolerancia”, coronada la estancia por una enorme figura del Dios alado Moloch encadenada de manos, en la sala decenas de personas enfervorecidas con antorchas vitorean al Sumo Sacerdote, el torso del Dios se abre y el Sacerdote introduce a niños uno tras otro en el torso del dios Moloch, interior de la figura que es un horno, la boca del Dios eructa humo en señal de satisfacción, trepidante la escena del rescate in-extremis de Cabiria por parte de Maciste y Axila, o las épicas secuencias del ejército de Aníbal por los nevados Alpes, o la tremebunda batalla de Siracusa, con naves ardiendo y hundiéndose, o la brillante escena de la pirámide de humana de soldados romanos que construyen con sus escudos para que Axila pueda subir por las murallas de Cartago, o la colosal Batalla de Cirta, impresionantes los muros, con lanzamientos de piedras, escalas, lanzas, espadas, aceite hirviendo, grandes cestas con soldados izadas cual grúas cayendo estos al vacío, centenares de de guerreros, o las innovadoras secuencias oníricas  como los sueños de Sofonisba, o la escena en que se ve la imponente fachada del Palacio de Cirta con la entrada coronada por dos grandes columnas con forma de felinos, o la precursora secuencia final con sobreimpresiones alegóricas a los sentimientos de los protagonistas, y mucho más.

La historia sigue el patrón de mezclar personajes como Aníbal, Asdrúbal, Escipión, Arquimedes o Masinisa, y hechos históricos como la erupción del Etna, la Segunda Guerra Púnica con la batalla de Siracusa o la de Cirta, metiéndolo en una coctelera con 3 protagonistas ficticios con su subtrama melodramática que es el hilo conductor, estos personajes interactúan con los reales, creando una sensación épica. El relato se mueve por el drama, la comedia, la aventura, las contiendas militares, el romance, el terror (tuvo que ser impactante para su tiempo el sacrificio de niños), añadiéndose elementos de fantasía muy bien engarzada en la narración.

Es de sobresaltar la labor del turolense Segundo Chomón (pionero en trucajes, iluminación, fotografía y revelado, fundador de la primera productora de cine español “Macaya y Carro”), trabajó en los Estudios galos Pathé Frères (los más importantes del mundo entonces, para los que hizo más de 100 cortometrajes), para competir con George Melies, aquí fue director de trucajes y primer operador de cámara, siendo el encargado de la filmación de la secuencia de la erupción del Etna y del posterior terremoto, ayudado por la creación de sus maquetas. Es el creador de una de las innovaciones técnicas que más ha revolucionado el cine, el Travelling, colocando la cámara sobre un carro para enfatizar la magnificencia de los decorados y de la expresionista iluminación, además ayudaba a centrar la escena en un personaje, esto evitó engorrosos montajes de planos, estos travellings se llamaron durante tiempo un tiro “Cabiria”. Fue uno de los pioneros del Séptimo Arte que experimentó con profusión de técnicas. 

En la fotografía además de Chomón participan cinco operadores más, Augusto Battagliotti, Eugenio Bava, Natale Chiusano, Carlo Franzeri y Giovanni Tomatis, realizan tomas ampulosas de grandes panorámicas que recogen grandes despliegues de gentíos, como las bellas tomas de los Alpes con Anibal, así como emitiendo profundidad de campo, precursores avances. En los interiores destaca por el empleo de la luz exponiendo un patinado expresionista que denota emociones.

El carismático y hercúleo personaje de Maciste es encarnado por Bartolomeo Pagano, fue descubierto por Pastrone, era un estibador en el puerto de Génova, este mismo rol fue interpretado por él en más de 2 docenas de películas hasta el año 1926, haciendo del esclavo negro norteafricano, eso sí, por el racismo reinante y se pensaba que los negros no podían actuar, así que el papel fue a un blanco que se pintaba la cara negra, algo que también pasó en “El Nacimiento de Una Nación”.
Fotograma de "Cabiria"

Los actores cumplen, teniendo en cuenta el medio mudo en el que se movían debían resultar muy histriónicos y teatrales, destacaría a la bella y hiperexpresiva Italia Almirante-Manzini, con su trágico papel, majestuosa, decadente, estremecedora en la secuencia del suicidio.

Esta es una Obra Maestra que hay que medir en el contexto histórico que está realizada, verla es toda una delicia visual, resultando un valioso estudio antropológico cinematográfico esencial para todo cinéfilo que se precie.

El New York Dramatic Mirror escribía en su crítica tras el estreno americano: «La película convencerá a muchos incrédulos de que el buen arte no es incompatible con la industria del cine.»

A pesar de todo, las películas del film d’Art, incluso las más grandilocuentes, no eran otra cosa que teatro filmado. El cine necesitaba construir su propio lenguaje para ser él mismo y el forjador de esa gramática iba a llegar en la persona de Griffith.



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